Hacer un buen fuego no es difícil, pero lleva su tiempo, por lo que es recomendable que encendamos las brasas en torno a una hora antes del momento en que queremos empezar a comer. No debemos ser rácanos con la cantidad utilizada de carbón.
Dependiendo de la cantidad de carne que vayamos a cocinar necesitaremos más o menos, y no hay una regla concreta a seguir, pero lo ideal es que nos apañemos con un solo fuego. Añadir más carbón a mitad de la comida porque nos hemos quedado cortos alargará ésta hasta niveles insospechados, y cuando quieras volver a tener el fuego a punto ya nadie querrá comer.
La llama tiene que desaparecer casi por completo y el calor debe repartirse de forma uniforme por toda la superficie El secreto de una barbacoa perfecta reside en sus brasas. La llama tiene que desaparecer casi por completo y el calor debe repartirse de forma uniforme por toda la superficie.
Encender la barbacoa no tiene ningún misterio, máxime si nos ayudamos de pastillas de encendido y papel, pero no debemos ser impacientes. Las brasas tardan en estar en su punto. El momento ideal para empezar a cocinar es cuándo las mayoría de llamas se hayan extinguido y el carbón tenga su tono rojizo característico. Sólo entonces deberemos empezar con la primera tanda.
Si en el transcurso de nuestra barbacoa se avivan las llamas (algo que ocurrirá, seguro, cuando los chorizos y las pancetas empiecen a chorrear grasa) tendremos que acabar con ellas. El mejor truco consiste en rebajar las llamas con sal.
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